PONER DE RODILLAS A LA PARTIDOCRACIA
JOEL ORTEGA JUAREZ
La ola rebelde contra la partidocracia, debe trascender la coyuntura del 5 de julio.
La disyuntiva real no es anular el voto o votar por algún candidato “honorable” o para evitar el triunfo de los partidos con “voto duro”.
Tampoco es la oportunidad para volver a quemar en leña verde a los herejes del “voto útil”, hoy de nueva cuenta al servicio de la “derecha”.
Ni de salir en “defensa” de la democracia de enemigos emboscados.
Esta ola rebelde contra la partidocracia expresa espontáneamente la voluntad de millones por recuperar el camino democrático, que fue suplantado por los burócratas de los partidos monopólicos y sus aliados colocados como “líderes de opinión”.
Esa suplantación dejó al proceso democrático sin piernas sociales y facilitó el asalto de los charlatanes.
El 5 de julio hay que darle masivamente la espalda a la partidocracia, para abrir la ostra y establecer procedimientos sencillos (como existen en buena parte del mundo) para inscribir a partidos y candidatos mediante una fórmula: la voluntad ciudadana, así de simple. SERÁN LOS VOTOS LOS QUE DECIDAN TODO.
Hay varios grupos o personajes que promueven diversas maneras de protestar el 5 de julio. Hasta algunos priistas y muchos de sus cómplices. Nada del otro mundo. En cierto sentido su súbita “conversión democrática” prueba la fuerza de la ola rebelde contra la partidocracia.
Entre algunos promotores de la anulación hay también, diversas demandas.
La irritación contra diputados ha llevado a algunos a proponer suprimir la proporcionalidad. Hacerlo podría llevarnos a un esquema de partido único o de bipartidismo. Si solo hubiese diputados de mayoría en 300 distritos, podría ocurrir que en cada uno de los distritos ganase uno de los partidos o la geografía electoral se repartiera entre dos; quedando fuera la voluntad ciudadana de millones que no alcanzaron la mayoría en los distritos.
También algunos proponen establecer la reelección continua de diputados y presidentes municipales. Consideran que así se les obligaría a rendir cuentas a sus electores y se evitaría que fuesen nombrados por las “oligarquías partidistas”.
Con esa contrarreforma (de negras y trágicas experiencias mexicanas) se fortalecería aún más el monopolio de los grupos que controlan los partidos Como lo prueban decenas de casos en todos los partidos, que son conocidos como trapecistas por ir de un cargo a otro, algunos a lo largo de décadas.
Dejemos las chapucerías, seamos demócratas y punto.
JOEL ORTEGA JUAREZ
La ola rebelde contra la partidocracia, debe trascender la coyuntura del 5 de julio.
La disyuntiva real no es anular el voto o votar por algún candidato “honorable” o para evitar el triunfo de los partidos con “voto duro”.
Tampoco es la oportunidad para volver a quemar en leña verde a los herejes del “voto útil”, hoy de nueva cuenta al servicio de la “derecha”.
Ni de salir en “defensa” de la democracia de enemigos emboscados.
Esta ola rebelde contra la partidocracia expresa espontáneamente la voluntad de millones por recuperar el camino democrático, que fue suplantado por los burócratas de los partidos monopólicos y sus aliados colocados como “líderes de opinión”.
Esa suplantación dejó al proceso democrático sin piernas sociales y facilitó el asalto de los charlatanes.
El 5 de julio hay que darle masivamente la espalda a la partidocracia, para abrir la ostra y establecer procedimientos sencillos (como existen en buena parte del mundo) para inscribir a partidos y candidatos mediante una fórmula: la voluntad ciudadana, así de simple. SERÁN LOS VOTOS LOS QUE DECIDAN TODO.
Hay varios grupos o personajes que promueven diversas maneras de protestar el 5 de julio. Hasta algunos priistas y muchos de sus cómplices. Nada del otro mundo. En cierto sentido su súbita “conversión democrática” prueba la fuerza de la ola rebelde contra la partidocracia.
Entre algunos promotores de la anulación hay también, diversas demandas.
La irritación contra diputados ha llevado a algunos a proponer suprimir la proporcionalidad. Hacerlo podría llevarnos a un esquema de partido único o de bipartidismo. Si solo hubiese diputados de mayoría en 300 distritos, podría ocurrir que en cada uno de los distritos ganase uno de los partidos o la geografía electoral se repartiera entre dos; quedando fuera la voluntad ciudadana de millones que no alcanzaron la mayoría en los distritos.
También algunos proponen establecer la reelección continua de diputados y presidentes municipales. Consideran que así se les obligaría a rendir cuentas a sus electores y se evitaría que fuesen nombrados por las “oligarquías partidistas”.
Con esa contrarreforma (de negras y trágicas experiencias mexicanas) se fortalecería aún más el monopolio de los grupos que controlan los partidos Como lo prueban decenas de casos en todos los partidos, que son conocidos como trapecistas por ir de un cargo a otro, algunos a lo largo de décadas.
Dejemos las chapucerías, seamos demócratas y punto.
Muchas felicidades por este espacio de reflexión. Espero estar por acá seguido.
ResponderEliminarPáramo