viernes, 10 de julio de 2009

Restauración y Rebeldía

RESTAURACIÓN Y REBELDÍA
JOEL ORTEGA JUÁREZ
Agridulce parajoda : triunfa el PRI y nace una ola de rebeldía contra la partidocracia.
Como casi siempre ocurre con los movimientos, éstos son heterogéneos, espontáneos y fugaces. Aunque siempre aparecen los que quieren, organizarlos y darles cohesión y permanencia. Se trata de una variante burocrática, hermana gemela de la partidocracia y con frecuencia integrada por antiguos o recientes miembros de esa misma casta.
No es casual o accidental que ese fenómeno aparezca vinculado a la restauración.
En realidad, en México, la hegemonía priista sigue vigente.
Salvo ciertos rasgos y momentos del movimiento del 68 y algunos de los de sus predecesores: el vallejismo y el otonismo (más que nada por su naturaleza social : movimientos de trabajadores .Muy poco por sus alcances culturales y políticos, dado que ambos tenían una gran dosis de nacionalismo y estatismo) la ideología y la cultura de la Revolución Mexicana mantiene su predominio.
Curiosa o patéticamente es el caso del gobierno de Calderón. Exceptuando sus lamentables y anacrónicas posturas mochas, en todo lo demás comparte los valores del priismo: ejercicio faccioso del poder; ausencia de propuestas viables para construir una economía menos desigual y sometida a los monopolios privados y públicos; alianza orgánica con el corporativismo sindical, política exterior demagógica nacionalista y latinoamericanista y visión patrimonialista del Estado.
Si la derecha gobierna al estilo priista, pero sin la gracia del PRI y no salpica como se estilaba en la era del presidencialismo imperial; es lógico que una gran parte de la sociedad prefiera ver directamente al PRI gobernando y saque al panismo mediante los votos. En realidad si sumamos los porcentajes del PRI con los de sus hermanos de cultura e ideología de la revolución mexicana su dominio y hegemonía son casi absolutos.
La cuestión se complica y potencia aún más en el medio intelectual, cultural y artístico; donde esas élites son las mismas de hace muchas décadas y siguen copando los aparatos de Estado dedicados a reproducir la cultura y la ideología oficial. Aunque frecuentemente se disfracen con el ropaje de las izquierdas estatistas y nacionalistas.
La refrescante ola rebelde contra la partidocracia puede volverse resaca y ser sometida por su anómalo engendro burocrático; no importa: lo bailado nadie podrá quitárselo.
A la restauración será necesario volverla a combatir desde el movimiento libre y espontáneo. Ni modo